Solía escribir demasiado hace unos pocos años. No sé en qué momento la costumbre se fue diluyendo, tal vez era porque pensaba demasiado en el pasado o el futuro, pocas veces me detenía sólo a contemplar el presente y me juzgaba demasiado por ello. Las situaciones que nos han tocado vivir, ¿No es cierto? Y el poco tiempo que parece quedarnos cuándo te das cuenta que ya se están terminando los veintes. No es pesimismo, desde luego, pero es necesario afrontar la realidad de manera objetiva. Ya es otoño, nuevamente y el desempleo se ha dormido conmigo durante un año y dos meses, debería ser un hombre funcional y no sentirme derrotado sino agradecido de tener un techo, un plato en la mesa y sobre todo la salud que miles desean en este momento. Los sueños se hacen más comunes, las interpretaciones no son claras, únicamente deseo que se cumplan los buenos, pero sé que no es posible en algunos casos donde hay actores de mi pasado que sé que no regresarán, algunos que nos han dejado definitivamente en este plano terrenal, otros que ya ni siquiera se preocupan por mi existencia, y no es que esté mal, rayos, no, es parte de la vida seguir adelante y procurar cumplir con las expectativas personales. Las personas se van, otras llegan y acaso uno puede recordarlas porque compartes un efímero espacio temporal con ellos. Pero es ley de vida, y ya de nuevo algún Domingo en la tarde comprando helado o sentado en una estación de autobuses vuelvas a encontrar a alguien solo para hacer las preguntas básicas ¿Cómo estás? ¿A qué te dedicas? ¿Y los hijos? ¿Tu mamá (o papá) se encuentra mejor? Supe a través de facebook que enfermó, lo lamento en serio. Pero en esencia, ese vínculo de aquello días veraniegos sin preocupaciones y con una vista muy prolongada al futuro ha dejado de existir, claro, eso no lo sabes hasta que ocurre y entonces estás de acuerdo en que ya ninguno de los dos tiene intención de entablar una amistad que se ha debilitado a una conexión de "conocidos", pero ojalá volvamos a vernos, dices sin pretensiones y deseando que en verdad se pongan al día. Pero ¿De qué hablarían? Por supuesto de las mismas tonterías, pocas veces nos ocupan los planes ajenos, sin embargo sentimos empatía por las experiencias similares, experiencias que disculpe mi insistencia, son del pasado y de eso seguro hay mucho.
Pero regresemos un poco a los sueños, nadie conoce con exactitud su significado, incluso los perros y gatos sueñan, con huesos y ratones que caen del cielo como decía Jalil Yibrán. Varias personas me han dicho que detestan soñar, que sienten que no descansan y cuando apenas están entrando en ese limbo el reloj marca las cinco o las seis de la mañana señal de que hay que prepararse para ir al trabajo, mala suerte. Personalmente, a mi no me disgusta soñar, incluso las pesadillas son fundamentales para provocarnos sentimientos que están ahí para volvernos vulnerables y recordarnos que solo somos un costal de carne con huesos y sangre (hay más elementos pero el lector me disculpará si no quiere que esto suene a un libro de ciencias naturales). ¿Y qué me dicen de los lugares que ya no existen? Espacios físicos que únicamente tienen sentido porque tuvimos alguna experiencia, no necesariamente con alguien, pero si a consecuencia de una o más personas. Ayer por ejemplo, he soñado que estoy en el cerro de la herradura con palomo, el perro que hace veinte años tenía mi tío. Y los árboles eran tan verdes y claros como en un documental sobre la naturaleza, el río cristalino y la frescura del bosque inmutable, lamentablemente desperté sabiendo que ya solo ese espacio estará en mi memoria. Y hace una semana visité el cine donde trabajé hace apenas ocho años, pero hoy luce abandonado, consecuencia de la situación mundial de recesión económica y falta de manutención para el inmueble, sencillamente decidieron clausurarlo, y sin embargo ¿Cuántos sueños? ¿Cuántas historias? ¿Cuántas cosas pudiera decirnos ese espacio que por sí mismo no tendría sentido sino por todas las personas que desfilaron a través de él?
Ahora podría decir que siento nostalgia, pero estaría mintiendo porque de todos los lugares sé que éste también se ocupará para dar paso a nuevas historias, no puedes batallar con el tiempo, es mejor dejarlo fluir, no aferrarse, pues solo lo desconocido nos puede sorprender. Ya habrán nuevas historias y relatos que la gente contará dentro de años sobre la primera vez que se encontraron en esos lugares y aunque el olvido nos atemoriza a todos seguimos aferrándonos al presente sin dejar de recordar, sin dejar de contarles a las nuevas generaciones o a las mismas personas de nuestra edad todo lo ocurrido con tal de retrasar por un breve instante el inevitable olvido.